martes, 20 de noviembre de 2012


Una atmósfera perfecta, un humo color gris nos rodeaba, música de fondo y nuestros rostros buscando un beso que esa noche nunca llego, un beso que por fin sellara tanto amor, tanto deseo, tantas palabras que habíamos callado.

 De alguna manera, casi mágica, como si fuera de otro mundo, una sensación extraña pero de cierta satisfacción, corrió por todo mi cuerpo, casi sin la necesidad de tocarnos, sólo necesite de sentirla a mi lado, de sentirme seguro, a salvo y sin preocupaciones.

Quise besarla, pero no me atreví, mi fuerza de voluntad le gano a mis ganas como es de costumbre. El lugar no era lo mejor, pero eso no importo, estar con ella era lo que me importaba y eso era lo que hacia distinta la ocasión.

Al terminar la música, la hora de alejarnos se acerco y por más que yo quisiera no podía detenerla, al final sólo un beso en la mejilla me quedo de sus labios. Al quedarme sólo la compañía de unos tragos de ron, no me quedo otra alternativa que partir de aquel lugar, donde el deseo había quedado vigente.

Conforme me alejaba de aquel lugar, por mi cabeza pasaba una pregunta: ¿Que hubiese pasado si la hubiera besado? Fue algo que me pregunte durante toda la semana posterior a tal evento, pero había algo que no me podía quitar de la cabeza, el recuerdo de aquella noche.

A la par de que me alejaba cada vez más del lugar, suspiraba al recordar lo sucedido hacia unos minutos, bebía del vaso que me había quedado y sonreía, no hubo nada que me quitara esa sonrisa de idiota que suele colarse en mi al recordarla a ella. Era imposible sacar de mi mente cada momento, no podía olvidar la rapidez de mi respiración, la forma en como latía mi corazón, cada vez más intenso,  no podía negar las sensaciones que había vivido en aquel crepúsculo. 

Llegue a casa ya sin ella, pero aun con la sonrisa de idiota pintada en mis labios, me recosté sobre la cama, y aunque no la bese, pase una dulce noche sonriendo de oreja a oreja, porque había recordado aquella sensación que me hubiera gustado que hubiese pasado, además de que nunca antes la había sentido tan cerca a mi boca.