domingo, 24 de marzo de 2013


Aceche con la mirada la ventana por última vez y la piel se me puso tensa, fría y empece a temblar. Vi pasar mi vida rápidamente y sentía como cada segundo se perdía cada que ella daba un paso lejos de mi vista y mi cuerpo. El otoño se asomo y las hojas caían a la par de sus caderas, el viento se movía a la par de sus manos cuando caminaba, quería ser yo quien acariciara su mano y no el viento.

Los recuerdos se perdían en el camino, dejaban huella en la carretera, por más que quisiera recogerlos, por más que quisiera volver a pisar esas huellas, ¡no podía! Ese era el final del camino junto a ella. Me sentía culpable y me odiaba porque aun no entendía las razones de su partida, no quería asimilar el hecho de tenerla lejos de mi vida y no saber nada de ella.

Junto a ella sentía que existía, me sentía vivo, le sonreía a mis fantasmas y a mis demonios, llegue al punto de abrazarlos, no había miedo que se apoderara de mi, todo podía afrontar, ella me daba seguridad y tranquilidad, me burlaba a carcajadas de la muerte sin preocupación alguna. 

Sin ella, bueno, las cosas son muy diferentes, todo es contradictorio, mis fantasma y mis demonios acechan de nuevo, vuelven para hacerme sufrir el tormento que yo les hice vivir en carne propia, me lanzan toda su furia y odio para no dejarme respirar, la muerte ahora es quien ríe, me empuja hacía un abismo en el que parece no haber salida, me tiene contra las cuerdas, me tira al suelo y coloca su oz en mi cuello; ya saben lo que dicen "Quien ríe de último, ríe mejor".

Habían muchas cosas por descubrir pero ella no quiso desnudar el misterio, desnudo mis labios, mis sentimientos, mi corazón pero luego no quiso cubrirlos con sus brazos que solían darme calor, los dejo en un callejón oscuro, frío y sin protección. 

Había mucho por sentir pero ella le puso fin a todo sentimiento y concluyo con un adiós. Ella partió y me despojo de su mano, ahora me dispongo a vivir esta aventura que es la vida sin su compañía. Pude haberla amado más de lo que ya lo hacía, aun sentía que tenía mucho por dar, muchas sensaciones que exteriorizar pero por su ausencia tendré que reprimir.

Yo puse en las palabras y los hechos puntos aparte, otros tenían comas y otros tenían puntos suspensivos, porque ese apenas era el comienzo. Sin embargo ella decidió poner un punto final y no uno cualquiera, era uno definitivo y por más que me cueste aceptarlo, estamos separados pero unidos por el recuerdo.