martes, 20 de enero de 2015

Aquella noche era estrellada acompañada de una luna enorme que iluminaba todas las calles de la ciudad e hipnotizaba a los aficionados como yo a su resplandor y su compañía, sin embargo ella no era mi única compañía esa noche, pues me disponía a encontrarme con alguien más.
Espere un momento sentado en una silla que se encontraba cerca al lugar del encuentro esperando a la dama; pasaron unos minutos y voltee mi rostro hacía la esquina por donde pasaría ella y apareció, recuerdo que se veía hermosa, llevaba un vestido rojo que la hacía ver muy atractiva, al mirarla le sonreí, ella hizo lo propio con una dulce sonrisa, se acerco y se sentó a mi lado, le dí un beso en su mejilla pero cerca de sus labios que tenía pintados de color rojo, resaltaba su boca, su sonrisa y la hacía ver muy provocativa.
Después de una larga velada juntos donde bebimos, jugueteamos y sonreíamos, la lleve a su casa...
Al estar en frente de su puerta le agradecí por la gran noche, había pasado un momento muy agradable y quería hacérselo saber. Me miro con sus enormes pupilas color marrón y en seguida me dijo: La noche aun no acaba, me gustaría que me hicieras compañía un rato. No  pude negarme, deseaba estar con ella y entre ambos la atracción era inminente, nuestras miradas y sonrisas eran evidencia de ello.
Ya cómodos dentro de su morada nos dispusimos a beber un poco de vino, con una sonrisa amable me acerco una copa.
El tiempo se nos fue entre historias y más risas, para mí, el tiempo parecía no avanzar, tenía una sensación de plenitud que distrajo mi atención del tiempo, además estaba junto a ella y era suficiente motivo para perder la noción y tal vez podría perder también la razón debido al deseo que quemaba en mi por aquella mujer.
Cada vez estaba más cerca de mi y de sus labios bien pintados de rojo que me tentaban dijo: hace un poco de calor ¿no te parece? La mire simulando no entender lo que decía y le respondí con una sonrisa y tratando de confundirla un poco: depende de que calor estés hablando. Al instante me miro con asombro, sin embargo me hizo una sonrisa picarona.
Se acerco a mí, se dirigió a mi oído y a voz baja, casi con un susurro me dijo: tengo calor en todo sentido. Dicho eso, sentí una onda eléctrica que pasaba por mi espalda, sin duda había encontrado un punto débil, aquello y sus palabras avivaron las llamas del calor de nuestros cuerpos deseosos.
Posteriormente, nos miramos y me acerque a su boca, tenía un sabor que junto con el vino hizo una buena combinación, fue un beso lento que al instante se convirtió en un apasionado beso que poco a poco aumento y entrecorto nuestra respiración, nuestras lenguas se enredaban por la pasión que emanaba por cada poro de la piel.
Las caricias no se hicieron esperar, lentamente fui tocando su cuerpo y sentí vibrar su deseo con cada caricia, ella percibió que mis manos se dirigían hacia sus piernas y subí un poco su vestido, de pronto tembló en reacción a las tentaciones a las que yo la invitaba.
Tras un momento, debido a el deseo que nos embriagaba se sentó encima de mi, debo admitir que me encanto tenerla sobre mí, tenerla tan cerca, besando sus labios que aumentaban la excitación y sintiendo el calor de su entrepierna que se empujaba hacía la mía.
Nuestra piel era fuego, nuestras caricias avivaban las llamas de las ganas que sentíamos de desnudar nuestro cuerpos, la ropa empezó a estorbar y me concentré en bajar su vestido lentamente hasta que su torso estuvo desnudo, frente a mi estaban sus senos, los acaricié y besé paulatinamente, después me deslice hacía su cuello y lo besé, luego respiré cerca de su oído y la excitación aumento, al parecer teníamos un punto débil en común.
Acto seguido, me quito la camisa y empezó a aferrarse cada vez más a mi, me rodeo el cuello con sus brazos, sus uñas rayaban mi espalda cuando presionaba su matriz contra mi miembro erecto pues mi deseo por ella incrementaba con cada beso, caricia y movimiento que realizaba hacia mi, cada uno más sensual que el anterior.
No pude aguantar más y la tire suavemente sobre el sofá, baje más su vestido quedando solo con sus panties color negro. Lo que paso enseguida preferiría no ser especifico y dejarlo a la imaginación, pero si me permito decir que nuestras lenguas fueron utilizadas para algo más que hablar, jadeábamos de placer, fue una montaña rusa de sensaciones para ambos, nuestros rostros y la conexión que se estableció entre nosotros mostraban excitación y éxtasis en todo su fulgor.
Se reincorporo después de mantener un momento tumbada sobre el sofá con respiración agitada y entrecortada, nuevamente se sentó sobre mi, sentía sus glúteos en mis piernas y los tome entre mis manos, eran firmes, con curvas definidas y me volvía loco, al estar desnudos no pudimos aguantar más y entré en su feminidad, se movía de arriba a abajo y podía escuchar sus suspiros cerca de mi cuello, cerca de mi oído y el placer era cada vez más intenso, me hacia estremecer por completo, sus caderas se movían en todas las direcciones y podía observar en su sonrisa que se asomaba entre sus gemidos el deleite y la satisfacción de sentirse una mujer deseada.
Acaricié y besé todo su cuerpo, no hubo espacio que haya olvidado, aun logro recordar el vaivén de nuestros cuerpos y movimientos en aquel sofá. Cuando finalmente nos embriagamos de deseo y placer nos tumbamos sobre el sofá juntando nuestros cuerpos desnudos tratando de recobrar el aliento; paso un buen rato en el que seguimos charlando, escuchando algo de música y tomando vino, poco a poco nos fuimos acercando, pronto el calor empezó a incrementar y continuamos lo que ya habíamos iniciado.