lunes, 11 de enero de 2016


Cuando te encuentras rodeado de la naturaleza, piensas con más claridad y tranquilidad, puedes observar lo que te rodea: las montañas, la vegetación, los animales, el río, entre otras cosas. 

Me quede observando el río y surgieron un par de analogías sobre el mismo, la vida y el hombre, es decir, el agua que corre por el río se encuentra en constante lucha con piedras de distintos tamaños que debe evadir para seguir su fluir; del mismo modo, el ser humano está en una constante lucha contra sí mismo y su mundo donde en su transcurrir encuentra y se enfrenta a obstáculos, y que así como el agua, busca salidas para evadir lo que le impide avanzar para seguir su camino.

Sin embargo la cuestión no acaba allí, posterior a ello el río se encuentra con un abismo donde cae y debe salir para poder continuar su cauce, respecto a esto el ser humano tiene dos opciones: proseguir o estancarse, quedarse quieto, calmado y sin avanzar.

Por lo anterior, el ser humano es un ser dinámico y que puede estar en constante cambio, puede fluir como aquella corriente de agua y encontrar su desembocadura donde se une al mar y logra ser mejor, más fuerte e inmenso, por ello el hombre hace algo similar comete errores, se enfrenta a su tropiezo y busca mejorar, evolucionar, reinventarse.