martes, 11 de diciembre de 2012


Que envidiosa es la distancia que me impide tocarte, 
me impide verte el rostro cuando la luna refleja su luz en el,
me impide observar el espejo de tus ojos 
que con frecuencia veo para perderme en ellos.

Que envidiosa es la distancia que no me deja fundir tus labios con los míos
que nos permita sellar el deseo pero no calmar mi sed 
aunque me des un verso completo de ellos.

Que envidiosa es la distancia que me impide abrazarte en las noches de frío
en esas en las que sueño teniéndote a mi lado
observando el oscuro firmamento juntos. 

Que envidiosa es la distancia que me impide hablarte al oído 
cuando quiero decirte lo mucho que te adoro 
y lo mucho que me importas.

Que envidiosa es la distancia que me impide escuchar tu voz
esa que aun en los días grises, se escucha tan melodiosa y tranquilizante
como aquellas olas que se escuchan en el mar a la madrugada.

Que envidiosa es la distancia que me impide perderme 
y al mismo tiempo encontrarme en ti,
que envidiosa es la distancia que estorba entre tu y yo,
que envidiosa y cruel es la distancia que me hace extrañarte tanto.

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