martes, 24 de febrero de 2015

Allí, donde el silencio es un regalo para escuchar, las aves generan su sonar y ambientan el momento, el paisaje ante mis ojos era mi prioridad, no podía dejar de asombrarme por la hermosura del lugar donde podía observar las curvas de cada montaña, donde el bullicio de la ciudad no podía llegar y las luces de la misma eran un adorno que hacia relucir lo poco que se lograba reconocer.
Nuestro universo y la naturaleza son tan asombrosos que te da la posibilidad de elegir hacia donde mirar, pues el paisaje estaba engalanado con la compañía de la luna que desde que la oscuridad se presento, ella se asomo para exhibir e iluminar con su belleza.
Mi cabeza giraban hacia todas las direcciones, podía observar el cielo donde también estuvieron presentes las estrellas que titilaban como si trataran y quisieran comunicarse, las nubes no se quedaron atrás, pues por momentos me privaban de la luna, pero en otros la hacía resaltar aun más.
Allí, donde nada más importaba, donde la mente se me quedo en blanco porque no podía pensar en nada más, donde la noche se me fue en un instante con la compañía y las risas, allí donde mi boca se quedo muda pues no hay una palabra más exacta para describir tanta belleza.

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