martes, 23 de octubre de 2012

Guarda silencio, dejemos que nuestros ojos hablen con las palabras que hemos callado por tanto tiempo. Esas palabras que han estado tan escondidas, y han evitado los labios, pero que en nuestros cristales de agua pura, golpean y se mueven con fuerza como aquellas olas golpean las rocas, intentando derribar muros de silencio y ser libres al viento, intentando llegar a los oídos de quien quiere escuchar, intentando penetrar el pecho y llegar al corazón.

Deja que el lamento se esfume, que se ahogue y se pierda en el mar tan profundo, dejando la mente clara, tan transparente como el agua, tan transparente como el alma misma.

Nuestros labios se buscan constantemente, las palabras parecen no ser suficientes para liberar el corazón de su atadura, de su cautiverio, de esa cárcel de silencio de la que ha sido esclavo durante tan largo periodo. 

Libera este palpitar de sus dudas, miedos e inseguridades, de su tendencia a ser siempre tan duro como hierro, tan lleno de cicatrices. Cura este palpitar con tu mirada tan completa de belleza y verdad, con tus manos rebosantes de delicadeza y cuidado, con tus labios tan llenos de perfección y exquisito sabor. 

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